De Zhangjiagang al cielo

Hangzou. Ciudad de mucha gente (en cuanto se supera los 5 millones de habitantes, da igual que sean 15 que 50 porque no dejas de ver rascacielos por todos los lados) que tiene en el centro un lago bastante grande, con doce templos rodeandolo, puentes de madera que comunican varias zonas por donde te puedes perder, un lugar idoneo para descansar unas horas. Siempre y cuando estes descansado y no como nosotros, que lo vimos con una facha de espanto, con apenas dos horas de suenio. Aun asi, estabamos en ese estado narcotico que te ries por todo, que no te duele el cuerpo y ves el paisaje y las gentes con un angulo diferente. Asi fue hasta que llegamos al crematorio de chinos.
No recuerdo la hora pero si el calor. Un calor de cojo.... Despues de pasar toda la maniana viendo la ciudad nos llevaron a ver un taller de seda y seguidamente a comer. Buah!!!, esa fue la prueba final. Para entrar pasabas por un pasillo con olor a mierda humana, entras, compras 6 menus por 1 euro el menu y te peleas con decenas de chinos para pedir, que no elegir. Muchiiiiiisimo calor, ni una mesa libre, bandeja de metal roniosa y la comida al nivel que el garito. Acabamos comiendo de pie, riendonos de la situacion y deseando acabar cuanto antes. Era de esas cosas que haces y que solo las haces para contarselas a los nietos, porque..... no me jodas.


El equipo al completo mas uno de los muchos chinos que se ponian con los guiris a sacarse fotos.

Siguiente destino, Zhangjiagang, el pueblo de Iniaki. Siguiente comida, en un franco japones, solomillo con diferntes entrantes deliciosos y regado por 3 botellitas de vino. Sublime.
Dos dias y dos noches de conocer garitos nocturnos y beber birras para hartarse. Bueno piso, sofa, masajes por 10 euros, buena musica y buena comida........y taza en el servicio. Para que queremos mas? Fue un cambio radical en nuestro viaje, de vivir como chinos adinerados a vivir como guiris.

Y de ahi a Shanghai, y de aqui a la cama.
Ciao...